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31/10/2020 0 Comentarios

Contradicciones y medicina china.

Vivimos en un mundo de contradicciones, últimamente lo tenemos más presente que nunca con la situación impuesta por la COVID19. Sin embargo, la mayoría de las veces no nos damos cuenta de su presencia, simplemente convivimos con ellas como si fueran parte de una lógica superpuesta a la nuestra sin cuestionarnos su validez. 

La Medicina Tradicional China no es ajena a esta tendencia humana. Desde los primeros contactos con esta medicina los países occidentales han tendido a ver en ella un modelo alternativo que aunaba lo físico y lo espiritual bajo una suerte de formato místico y que se oponía de manera natural a la supuestamente agresiva e impersonal biomedicina occidental. A su vez, el gobierno chino lleva más de un siglo intentando implantar una política en materia de sanidad cuyos objetivos son la integración de esta misma Medicina Tradicional dentro del marco biomédico desarrollado en occidente y, por otro lado, la exportación de las fórmulas de fitoterapia al mundo entero apoyándose en la legitimación de las mismas tras haber sido sometidas en laboratorio a los criterios bioquímicos más actualizados. 
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La Medicina Tradicional China llegó a Occidente aproximadamente a finales del siglo XIX como un producto de importación cuyo exotismo lo hacía muy atractivo a ojos de una sociedad que sufría una fuerte crisis existencial e ideológica. Esto ha propiciado un campo de cultivo perfecto para una potenciación de todo el lastre “mágico” que acompañaba culturalmente a esa parte de la Medicina China a la que nos referimos con la denominación “Tradicional”. ​
 Que la Medicina China tiene en sus orígenes un fundamento ideológico influenciado por aspectos religiosos es indiscutible. También lo es la influencia del aspecto bélico en una sociedad marcada por siglos de constantes guerras internas y externas. Dar más valor a una cosa que a otra responde simplemente a la necesidad por parte del receptor occidental de cubrir sus vacíos espirituales y poco más. Evidentemente, como todo en la historia de la humanidad, esto ha forjado dos imágenes de esta medicina tan peculiares como alejadas la una de la otra. 

Una de las huellas dejadas por la pervertida visión del modelo occidentalizado de esta medicina oriental está en los artículos de Wikipedia que hacen referencia a la influencia del Taoísmo en la misma así como en las explicaciones sobre este tema que miles de profesionales de la Acupuntura proponen en sus páginas web al hablar de su historia y sus fundamentos teóricos. Con mucha frecuencia podemos ver meteduras de pata que no tienen sentido ni fundamento histórico ninguno. 

Un problema no menos importante es el que conlleva la inclusión de este halo espiritual en numerosos manuales dedicados a la enseñanza de esta disciplina. Por un lado es muy fácil encontrar explicaciones que hacen un excesivo hincapié en ese componente místico presente en los textos antiguos y que retratan a una sociedad medieval que nada tiene que ver con la actualidad. Sería algo así como leer textos de Hipócrates o Ibn al-Haytham en Occidente y meter con calzador los preceptos religiosos del politeísmo de aquel y el islamismo de este. ​​
Por otro lado existe el eterno problema de las traducciones del chino a las lenguas romances. Ser la única lengua basada en ideogramas que ha conseguido sobrevivir a través de los milenios (el egipcio o el maya han sido fruto del olvido) no ha facilitado en absoluto las tareas de traducción de textos escritos hace más de 1000 años. Una traducción no es una tarea fácil sea de la lengua que sea, pero cuando hablamos del chino la dificultad aumenta ligeramente. Esto es así por la enorme carga de significado que recoge cada ideograma chino. En el anterior post pudimos ver un claro ejemplo de esto con los significados de la palabra “Jié”, que aparece en los textos antiguos para referirse a los puntos de acupuntura. 
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Photo by Maybritt Devriese on Unsplash
Veíamos que esta palabra puede significar cosas tan dispares como “vacaciones”, “verano”, “división de dos caminos” y “unión de dos segmentos”, etc. No hace falta mucha creatividad para imaginar lo que puede hacer esto en una cabeza occidental deseosa de espiritualidad y recién salida de una clase de yoga. En Europa uno de los principales responsables de esta falta de rigor es el francés Georges Soulié (1878-1955) uno de los primeros en publicar un texto sobre esta medicina. A él le debemos el distanciamiento del formato original y la inserción de términos tan desafortunados como “meridianos” o “energía”.
​

Otro de los graves problemas que favorecen esta distorsión de la visión occidental de la Medicina China es la falta de regularización por parte de las autoridades en materia de enseñanza. Exceptuando países como Portugal, Inglaterra, América y Australia en los que la Medicina China está incluida en entornos universitarios, el resto de países del mundo occidental está sumido en el caos formativo. Podríamos decir que con la Medicina China en occidente ha habido una proliferación exagerada de los centros que ofrecen titulaciones sin ningún tipo de control ni regulación institucional, dejando a merced del criterio personal de sus responsables la estructuración y selección de contenidos. 

La consecuencia de todo esto es que con el paso del tiempo ha habido una polarización de la sociedad que se ha acercado a esta medicina. Usuarios y practicantes han ido tomando posturas cada vez más opuestas y que van desde el fanatismo casi religioso que descarta cualquier otro tipo de acción médica que no sea la “alternativa”, hasta el detractor acérrimo que se escuda en su escepticismo pseudocientifista para vilipendiar la práctica de la misma sin haber leído antes ni un solo artículo sobre las últimas investigaciones científicas al respecto. Quizás sería una buena idea organizar una paella e invitar a unos y a otros a prepararla juntos, no sabemos si se la comerían o no.
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16/9/2020 0 Comentarios

En busca del punto perdido

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Photo by Ricardo Arce on Unsplash

Los puntos (de acupuntura) son donde el Qi se mueve, sale y entra. No son lo mismo que la piel, ni la carne, ni los tendones ni los huesos.  
Ling Shu

Esta cita del clásico Ling Shu da para muchas interpretaciones, especialmente sobre la palabra Qi 气 a la que ya dedicaremos un post más adelante. Pero si nos centramos en el resto del texto vemos que estamos hablando de “algo” que sale y entra por unos “lugares” que parece que no se corresponden con nada de lo que tenemos en el cuerpo. Dicho de otro modo, si un punto de acupuntura no es ni piel, ni carne, ni tendones, ni huesos; entonces ¿qué es? Porque está claro que las agujas van dentro del cuerpo, no quedan flotando sobre él. 

Podríamos hacer una interpretación de corte taoísta, tan en sintonía con esta nueva religiosidad europea deseosa de poner guirnaldas tibetanas en casa, tomar infusiones y hacerse yogui después de un par de viajes a la india; o bien darle un sentido más práctico al asunto y acordarnos de las fascias corporales, la  disposición aparentemente aleatoria de las mismas y su vinculación con los tejidos blandos. Optaremos por esta segunda opción ya que para la primera hay suficiente ayuda en las redes sociales. 


La verdad es que la localización de los puntos de acupuntura sí que está muy en relación con la disposición de las estructuras corporales tales como la piel, cadenas musculares o tendinosas y protuberancias óseas. Todas estas estructuras nos sirven para situar cada punto en el cuerpo. Hay puntos como 2P Yún Mén 雲門 cuya localización nos remite a buscar entre “carne (piel) roja y carne blanca”; otros como 34E Liáng Qiū 梁丘 usan referencias musculares (borde externo del cuádriceps femoral) y óseas (rótula). Pero sin entrar en una interminable lista de ejemplos de puntos y su localización anatómica analicemos el concepto “punto de acupuntura”.

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The Arrival by Sony Pictures

Si algo he aprendido en mi formación filológica previa a los estudios de Acupuntura es que lo primero que debemos tener en cuenta a la hora de lidiar con traducciones de diferentes idiomas es el contexto cultural de esa lengua y el distanciamiento de la misma con respecto al nuestro. Si ya resulta difícil en ocasiones dar en el clavo con los matices de palabras procedentes de lenguas europeas, os podéis imaginar el cacao que nos podemos montar cuando nos encontramos con una palabra de una lengua tan diferente como el chino. En este punto quiero animaros a que veáis la película The Arrival, un estupendo ejemplo práctico en clave de ciencia-ficción sobre la hipótesis de Sapir-Whorf en su versión más moderada: La lengua determina fuertemente el pensamiento del hablante. Dicho de otro modo, o empatizas con los hablantes de una lengua (cultura e historia) o no entiendes ni papa. Y eso es precisamente lo que viene pasando con la mayoría de los libros sobre Medicina China, especialmente los clásicos, en sus traducciones al español y a otros idiomas. Analicemos el significado de la palabra china Jié 节 (traducida como “punto de acupuntura”). Las definiciones que encontramos son: 

- punto de unión o de separación
- vacaciones
- día festivo o festival
- tiempo tormentoso o mal tiempo

Como podemos ver son definiciones un poco alejadas de la imagen que podamos tener de una aguja clavada en un brazo o entre las cejas.  El caso es que si prescindimos de nuestro conocimiento del mundo (perspectiva lingüística) y simplemente intentamos ver el denominador común de esos significados observamos que lo que en realidad se repite es el concepto de “inacción”, es decir, la ausencia o el “vacío”. El vacío entre dos segmentos (punto de unión), el vacío o la inactividad (laboral) que suponen el periodo vacacional o festivo y el parón provocado por condiciones climatológicas tales como una fuerte tormenta. Repito, estamos hablando de una palabra que aparece en unos textos de más de mil años de antigüedad y por tanto usada en un contexto histórico en el que realmente todas esas situaciones implicaban un parón en la vida de las personas, en su mayoría campesinas.

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Photo by Lucas Sankey on Unsplash

Pues bien, ya tenemos algo claro: el punto de acupuntura es un punto en que no hay nada, es decir un punto vacío. Ahora viene la parte más divertida: ¿dónde están esos puntos? Tradicionalmente la localización ha venido siendo expresada en unidades de medida fijas, el famoso cun equivalente a la última falange del dedo pulgar o la penúltima del segundo dedo, en relación con determinadas marcas anatómicas. Así es como siempre en la práctica clínica hemos localizado los puntos acupunturales: a 3 cun del ombligo, a 1 cun del punto más elevado del maléolo interno, etc. El caso es que yo no siempre he obtenido el mismo resultado en los tratamientos. Está claro que si en un tratamiento usas 30 puntos de acupuntura, algún resultado debes obtener, eso es una obviedad probabilística. El caso es que desde que tomé contacto, hace ya más de 3 años, con las investigaciones del Dr. Wang Ju-Yi y la Teoría Aplicada de Canales y he acompañado en la práctica clínica a Jason Robertson, discípulo directo del Dr. Wang y traductor del mismo, he aprendido que los puntos acupunturales hay que entenderlos dentro del sistema de canales en el que se encuentran. Dicho de otro modo, si los canales que forman los puntos son “caminos” hechos de distintos tejidos estructurales con propiedades neurológicas (atribuidas a las fascias) es lógico pensar que estos puntos no están ubicados siempre y con exactitud milimétrica en el mismo lugar. Es decir, si hay inflamación, distensión, contracción o dilatación de un tejido blando, es lógico pensar desde una perspectiva científica que el espacio vacío por donde se accede al punto acupuntural en esa zona se haya desplazado sustancialmente. 

Entonces ¿qué pasa?, ¿que los puntos se mueven?, ¿que no sirve de nada lo aprendido en los 4 años de estudios de Acupuntura y Medicina China? No, no estoy diciendo eso. Antes de abrir la ventana y dar el salto pensemos un momento. Las referencias anatómicas que aparecen en los clásicos y que hemos aprendido son válidas pero son eso, referencias en una “tradición”. Referencias que han sido documentadas en un contexto histórico muy concreto y que están asociadas a una tradición muy alejada de cualquier planteamiento científico. Por mucho que ahora queramos alardear del cientifismo en la Medicina China, ningún manual clásico tiene un ápice de científico. Taoísmo, confucianismo, pensamiento político y tendencias sociales hay de sobra, pero el pensamiento científico es un producto occidental y es justamente lo opuesto a “tradición”. La ciencia en la Medicina China ha entrado hace pocas décadas y todavía tiene mucho camino por delante en cuanto a la interpretación de los textos clásicos. 

Algo que he aprendido en estos últimos 3 años en la práctica clínica es que lo más importante para obtener buenos resultados es hacer una correcta selección de puntos y, más importante aún, localizar bien estos puntos para estimularlos. ¿Cómo localizar bien un punto? Pues es indispensable adquirir una buena práctica en la palpación. Está claro que para ello vamos a necesitar más tiempo y que no va a ser algo tan efectista como la “metralleta” de 30 agujas en 1 minuto como hacen muchos terapeutas.  

Localizar bien el punto es indispensable antes de poner la aguja. Lo ideal es pasar la yema del dedo índice y buscar el “hueco” o espacio vacío en la zona donde debería estar el punto. Si hacemos esto veremos que los puntos más alejados de las marcas de referencia anatómica tienen localizaciones mucho menos exactas que el resto de puntos. ¿Difícil? No necesariamente. Para saber si el punto está en su sitio solo hay que preguntarle al paciente si ha sentido dolor (pinchazo) o si ha sido más bien una sensación eléctrica o un hormigueo o nada. Si ha sentido un pinchazo es muy probable que la aguja esté introducida en un lugar erróneo, solo hay que sacarla y volver a intentarlo. Los puntos acupunturales, al ser espacios vacíos, no deberían provocar el dolor propio de desgarro del tejido. Si el punto está bien ubicado la aguja debería provocar sensaciones que algunos pacientes describirán como hormigueo; sensación de tener un trozo de cinta adhesiva pegada en el trayecto del canal donde está el punto; aumento o descenso de la temperatura en la zona o el trayecto del canal; etc. 
​
En resumen, con prisa no vamos a ningún sitio, tómate tu tiempo, localiza bien y espera una respuesta por parte del paciente para confirmar. Tu seguridad no se refleja en tu rapidez sino en la eficacia de tu tratamiento. Cuando tu paciente sienta que el “canal” está activado y te lo confirme será una experiencia totalmente diferente y cuando vuelvas a ponerle la aguja buscando el punto exacto entenderá tu profesionalidad y buena metodología.

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    Fuera de su consulta, Alejandro disfruta a menudo de su bici, de algunos experimentos culinarios controlados y del chocolate en todas las combinaciones y temperaturas posibles.

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